OTRA MUESTRA MÁS DEL ABUSO QUE LOS ADULTOS EJERCEN CON LOS NIÑOS PARA LLEVAR A CABO SUS PERVERSIONES.
En los barrios marginales la situación con los chicos adictos al paco es tenebrosa. Sus familias no saben a quién recurrir para pedir ayuda, y los pibes se hunden en un pozo sin retorno. Esa vulnerabilidad extrema los convierte en presas de bandas mafiosas, que los utilizan para robar a cambio de dosis. De ese modo, un joven recibe aproximadamente 30 dosis por un auto, 15 por una moto o 5 por un par de zapatillas de marca.

“Es una denuncia que venimos haciendo varias asociaciones desde hace tiempo, porque los chicos están siendo utilizados por bandas de adultos inescrupulosos para salir a robar a cambio de dosis de paco”, dijo a este diario el criminalista Roberto Locles, de la Asociación de Criminalistas de Argentina.

Claudio Izaguirre, titular de la Asociación Antidrogas, trazó un panorama desolador de la venta de paco, con epicentro de producción en las villas del área metropolitana. “La pasta base llega de países limítrofes, fundamentalmente de Bolivia y aquí se produce la cocaína en cocinas instaladas en villas. Lo que resta de esa producción, la basura, sirve para producir dosis de paco. En general los pibes que venden para los narcos no consumen paco, sino pasta base, porque se sabe que el paco mata en seis meses”.

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